En 1978, en plena explosión punk, Lou Reed publicó “Street
Hassle”, cuando era reivindicado como una de las mayores influencias y
referencias del punk.
Con este disco Lou Reed abre la época más oscura de su
vida, especialmente marcada por su decisión de abandonar el consumo
de drogas y alcohol.
El tema que da título al disco es una pieza de 11 minutos dividida
en tres partes. Es una historia sórdida, en la que hace un retrato
decadente y real de ciertos ambientes relacionados con la prostitución
y las drogas, todo ello enmarcado en una música más bien
lírica, prescindiendo totalmente de percusiones y basando los tiempos
en el desarrollo de una frase musical que se va alternando entre violoncellos,
guitarras y bajo.
En fin, nada que ver en realidad con la música que se hacia
en ese momento y que le reclama como uno de los espejos en los que se reflejan
las tendencias punk.
Nosotros hemos dado otra vuelta a la tuerca, en un premeditado ejercicio
de descaro pero dentro del más absoluto respeto por la obra de Reed.
Hemos hecho de todo ello una canción de amor con parte de los elementos
básicos de la historia, resumiendo los 11 minutos en 5’40, basándonos
especialmente en el ritmo y cogiendo el motivo musical principal como punto
de referencia. Hemos querido con ello hacer lo que unos años después,
a principios de los 80 haría uno de los grupos claves de aquella
época, New Order, integrando las guitarras en un ambiente dance
combinado con elementos más líricos como los violoncellos.
Esto es cosa nuestra y también nuestra responsabilidad. Hemos refundido
las tres partes originales en una sola, fijando el hilo conductor en la
historia de Waltzing Matilda y a partir de ahí la hemos vuelto a
subdividir en otras tres partes diferenciadas por el desarrollo de la historia
que de forma paralela se refleja en el desarrollo de la música.
En cuanto al tema en si, en nada se parece al original, si los 80 nos
enseñaron el atrevimiento, la fantasía, el hacerlo por ti
mismo y los 90 nos quitaron de encima los perjuicios a la hora de reutilizar
cosas ya hechas y apoyándonos en las nuevas tecnologías digitales
remezclar y hacer cosas nuevas a partir de cualquier base, esperemos que
definitivamente en los 2000 podamos llegar a encontrar un equilibrio entre
estas dos tendencias salpicado por alguna otra cosa que se nos vaya ocurriendo.
Es todo esto moralmente correcto ¿? Donde está el límite
de la propiedad intelectual ¿? Es acaso lo mismo copiar descaradamente
una obra existente que crear una nueva obra inspirándose en ella
¿?
Primavera 2002