VIDEO 1º Premio: Besos a tres de Ana Monserrat.
Ana es una mujer de unos 30 años que regresa a la casa donde paso parte de su infancia durante la dictadura argentina. Una vez allí recordará los últimos momentos que vivió junto a su hermano Iván y sus padres. Los recuerdos de Ana nos sumergirán en la realidad de una familia que vive escondida de la policía y los militares durante la dictadura del año 1977 en Argentina. Unas buenas interpretaciones y una muy buena dirección son las armas de este corto, pero su mayor logro es contar esta historia de perseguidos de manera honesta y valiente. Una película necesaria. El segundo premio “Revolución” de Martín Rosete es una metáfora muy acertada de los cambios sociales a lo largo de la historia, para demostrar que al final nada cambia y el poder sigue siempre en manos de los mismos. Un romántico angustiado ante la vida monótona que le toca vivir decide romper con todo orden establecido y hacer una revolución. Pero no se tratará de algo convencional. Los cambios provocados la llevarán al límite de la paranoia… Este corto fue premiado en Seminci 2002 merecidamente. El rostro de Miguel Rellán refleja a la perfección la inutilidad, hasta el momento, de los diferentes movimientos sociales y políticos de los dos últimos siglos, y como si se tratara de una formula matemática, el orden de los factores no altera el producto. “El laberinto de Simón” de Iván Sáinz Pardo seguramente sea el mejor cortometraje presentado a concurso en esta edición y uno de los olvidados sin premio. Una fascinante historia a caballo entre el estilo del David Lynch de Carretera Perdida y la estética de M. Nitgh Smylahan. En palabras del propio director, la historia cuenta que “el poder del mundo interior de un niño, es como el más oscuro e inexpugnable de los laberintos”. Uno de los premios más acertados ha sido el premio concedido al los guionistas de “Basurdea” Ane Muñoz y Xavi Sala por premiar un gran guión escrito en Euskera, un idioma perseguido en estos días de cierre de periódicos e ilegalización de partidos políticos. Penosos los abucheos ante las palabras de los guionistas en defensa de la libertad de expresión. AGNES VARDA Al margen de la sección oficial a destacar el ciclo “La imagen
de la historia” con tres muy buenos documentales y una joya escondida sin
estrenar en Valladolid, “Los espigadores y la espigadora” de Agnes Varda.
Una pequeña obra maestra de esta veterana cineasta belga de 72 años,
que ya en su primera película en 1954, se acercaba a un estilo próximo
al documental. Precursora en sus métodos de producción y
rodaje a la Nouvelle Vague, su independencia de espíritu y una intensa
relación subjetiva con la cámara son sus características
principales. En su última obra no suelta en ningún momento
una cámara digital con la que se interroga a si misma y a los espectadores.
Diego Rodriguez 04/2003
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