una crónica de

DIEGO ALONSO

diegoalonso@valladolidwebmusical.org

con fotografías de

PATRICIA LÓPEZ

pati247@hotmail.com

 

 

 

El Sonorama ha tocado techo. En su séptima edición, el festival ha cerrado sus dos días de conciertos con una nada desdeñable cifra de 10.000 asistentes. Ante el imparable crecimiento del evento, la organización se plantea para 2005 la posibilidad de traer a un grupo grande. El Sonorama se encuentra ante un delicado dilema: ¿micro o macro? Si quiere mantener su vocación minoritaria y selecta, tendrá que elegir cuidadosamente los grupos del cartel y mejorar las instalaciones para que los asistentes se sientan cómodos (zona de acampada, duchas...). Si, por el contrario, decide dar el salto a la categoría de los macrofestivales, tendrá que verse las caras con un omnipotente FIB que, a pesar de haber dado este año un paso en falso, sigue siendo una referencia inevitable. La decisión está aún en el aire.

 

VIERNES 20

YANI COMO

La banda local Yani Como fue la encargada de inaugurar el festival con atmósferas densas y ruido blanco. La sombra de Los Planetas es alargada (han grabado su tercer EP en el granadino Refugio Antiaéreo), aunque Yani Como muestra además un especial afecto por las guitarras cargadas de efectos y el shoegazing británico de principios de los 90. Todo ello sin abandonar las letras en español ni el pop como piedra fundacional de sus canciones. Un grupo sorprendente y estimulante a la espera de un disco largo en el que plasmar su particular universo.

 

MASTRETTA

Jazz, Lounge, Film Music... las etiquetas se quedan cortas al intentar clasificar la música de Nacho Mastretta, uno de los músicos más creativos e independientes que ha dado la escena musical española actual. Ajeno a modas y modernidades, el virtuoso del clarinete se atrevió con todo: desde canción italiana a “La vie en rose” pasando por la electrónica 80s y el spaghetti western. Muy bien acompañado, eso sí, por una excelente banda que incluso llegó a bajar del escenario para compartir con el público sus contagiosas melodías. Simplemente genial.

 

Mastretta: lo que se dice un tipo elegante

 

ASTRID

Astrid, uno de las perpetuos next big thing del pop británico, realizaron una actuación correcta aunque previsible, basada en los temas de su último disco “One In Four”. Mucho pop 60s, estribillos à la Teenage Fanclub y moderados arranques de distorsión made in britain. Algo de esperar, tratándose de un grupo que toma su nombre de la novia del quinto Beatle Stuart Suttcliffe.

 

Astrid: el eterno retorno

 

FANGORIA

Consolidados ya como una de las atracciones mainstream más genuinamente freak de los últimos años, Fangoria volvieron a demostrar sobre el escenario del Sonorama  (arropados por más de 4.000 personas) que la clave de su directo reside más en el espectáculo teatral que en la música. Dejando al osezno Spunky la práctica totalidad de las labores vocales, Alaska se dedicó a petardear a sus anchas mientras la banda intentaba aportar matices a lo que en realidad resultaba un techno bastante vulgar. A pesar de todo, hay que reconocer que cuando tiran de hits pueden salvar cualquier papeleta. La recta final del concierto, con el trío de ases de “Electricistas” + “Quiero ser inocente” + “No sé qué me das”, seguido de los dos singles de “Arquitectura Efímera”, fue demoledora.

 

 

Fangoria: no sé qué les das...

 

SIDONIE

Sidonie recibió un público completamente entregado que aceptó de inmejorable grado la ecléctica propuesta de los catalanes. A estas alturas, la noche ya era una auténtica fiesta, y Sidonie repasó a los clásicos con (i)rreverencia y convicción: no faltaron los electrizantes riffs stonianos, las melodías con ecos de los Byrds, ni los pasajes psicodélicos de aquellos Beatles que plantaban campos de fresas. Cayó el obligado single “On The Sofa” y otro buen puñado de éxitos, suficientes para contentar incluso a los más escépticos. Un concierto de lo más entretenido, oigan.

 

 

ATOM RHUMBA

Colocarles la etiqueta de “los Jon Spencer Blues Explosion españoles” es sin duda una simplicidad, pero resulta difícil encontrar dentro de nuestras fronteras a una banda que sepa hacer rock con tanto estilo como Atom Rhumba. Decibelios, urgencia y una endiablada mezcla de guitarras y saxo fueron los ingredientes de un cóctel explosivo que encendió el escenario a golpe de soul, de punk y de funky. Uno de los mejores directos del festival.

 

 

 

SÁBADO 21

LORI MEYERS

Que “Viaje de estudios” es uno de los descubrimientos del año es algo que pocos ponen en duda. Pero además Lori Meyers saben defenderlo encima de un escenario con autoridad, con una pose entre melancólica y chulesca (brillante eso de “Si me vuelves a mirar/yo te partiré la cara”) y con emocionantes melodías destinadas a convertirse en auténticos himnos (véase “Ya lo sabes” o “Tokio ya no nos quiere”).

Serios candidatos para colarse en la lista de los grandes nombres del indie patrio. Y si no, al tiempo.

 

Lori Meyers: nuevas sensaciones

 

THE UNFINISHED SYMPATHY

Tras haber visto a los catalanes The Unfinished Sympathy dejarse la piel encima del escenario, es difícil albergar alguna duda acerca de su sinceridad. Con su música, sin embargo, es diferente. La mayor parte de su repertorio sigue el siguiente esquema: una buena dosis de emo, un par de cucharadas de Fugazi, una pizca de hardcore... et voilà! Un directo solamente correcto para un grupo honesto aunque gravemente sobrevalorado que aún tiene que encontrar su propia voz.

 

The Unfinished Sympathy: mirando hacia Washington DC

 

 

BEBE

¿Necesita la mujer moderna de hoy un manual de autoayuda? Pregunten a Bebe, que convirtió su directo en una gigantesca terapia de grupo entre vítores de “gracias, guapa!”, “claro que sí!” y exclamaciones por el estilo. Eso sí, el concierto fue técnicamente impecable y su voz se oyó alta y clara para erigirse como portavoz del feminismo más panfletario y buenrrollista. Camiseta de “Nunca Máis” incluida bajo el mandil. En fin.

 

Bebe: la mujer (post)moderna

 

 

SEXY SADIE

Quizás conscientes de que dieron lo mejor de sí mismos hace mucho tiempo, Sexy Sadie salieron al escenario cansados y sin muchas ganas de tocar. Pero que sus nuevas canciones sonaran aburridas no fue tan grave como el hecho de que sus mejores temas, aquellos que les han hecho grandes (“Stay Behind Me”, “I Don’t Know”) sonaran igualmente insulsos. Autoindulgentes hasta rozar el amateurismo, Sexy Sadie ofrecieron un concierto irregular y decepcionante. Una auténtica pena, especialmente tratándose de un grupo que acostumbra a ofrecer un sólido directo y buenas canciones.

 

 

BIG SOUL

En el que probablemente fue uno de los últimos conciertos antes de su separación, Big Soul desplegaron su divertidísima mezcla de funky, rock, hip hop y música de baile. Más o menos, el equivalente musical a un chicle de fresa ácida. El verdadero secreto está en los riffs de guitarra pegadizos unidos a un ritmo infeccioso que tan buenos resultados ha dado en más de un anuncio televisivo. La caja de trucos se agotó a la cuarta o quinta canción, pero la gente siguió bailando y pidiendo más, y hasta los últimos acordes de la descacharrante versión de “Wild Thing” con la que cerraron el concierto nadie se atrevió a moverse del sitio. O mejor dicho, nadie se quedó quieto.

 

Big Soul: diversión sana

 

 

EL COLUMPIO ASESINO

Definitivamente estos chicos merecen un mejor horario. Tienen talento, un directo sorprendente y han heredado de los Pixies, además de las guitarras afiladas, su sentido del humor marciano. Excéntricos como pocos, El Columpio Asesino son capaces de pasar del punk más rabioso a la ensoñación electrónica más cool en cuestión de segundos. Trompetas y teclados pusieron la guinda a un concierto único, freak y fascinante.