PURA TRANSGRESIÓN
 
LOS IDIOTAS
La Haya, (Holanda) 3 de abril del 2004
 
 

Que mejor excusa con los vuelos a Bruselas tirados de precio, para pirarse unos días a los Países Bajos, alejarse de Valladolor y respirar un poco diferente. Viaje recomendable y mas aún si te encuentras con unos paisanos insurgentes carentes de toda ortodoxia en las formas pero puramente ortodoxos en el fondo. Curiosos pulules por cofffe shops y visitas a los tugurios más sicóticos de Ámsterdam. Y de ahí a La Haya (Den Haag, lo llaman ellos).

 

Y allí llegamos a la ciudad de los políticos, de los canales y de los edificios clásicos que contrastan suavemente con las altas moles de nueva construcción, en un coche alquilado, de gran cilindrada, porque en los Países Bajos no se andan con chiquitas y después de una pequeña vuelta por sus calles, entramos en el garito más underground en el que hayamos estado nunca (y ya son años de conciertos).

 

Un par de euros de entrada y permiso para deleitarte con un plantel de músicos holandeses y por supuesto para saborear a nuestros pucelanos más internacionales, que durante el concierto hicieron gala de no haber aprendido nada de neerlandes y poco de inglés, porque las dedicatorias eran personales y todas en el más puro castellano. Creo que sólo las entendió algún despistado, dos españolitos que fuimos ex profeso y un par de amigos belgas (estudiantes de español) que disfrutaron de lo lindo del delirio de Los Idiotas.

 
 

El antro en el que nuestros amigos derrocharon ímpetu y adrenalina era una especie de garaje habilitado para apilar los instrumentos y hacer reuniones clandestinas de la resistencia, con un gallinero que servía a los técnicos de escaparate de pruebas y una minibarra donde se suministraban cervezas de a medio litro. El público, que rebosaba el local, se apiñaba en el pasillo, con tres filas de forofos y de grupis llegadas desde Ámsterdam. Muy grafica es la descripción del garito si decimos que era más grande de alto que de ancho.

 

Lissa arrancó con una garra que continuo hasta acabar exhausto al final del concierto tirándose al suelo sin ningún aprecio por sus espinillas, mientras acoplaba su guitarra frente al ampli. Sin reservar un gramo de energía aporreaba su Danelectro, derramando sudor y con una voz que sonaba potente y convincente. Pelayo nos sorprendió con una fuerza contagiosa que hacía vibrar cada molécula del garito y que asustaba (sobretodo al hiperholandes que le había prestado la batería), no es fácil sentir y tener la batería tan cerca. Coros mongoles de los buenos y cuernos en las manos en los pocos momentos en los que no aporreaba la bataca. Un espectáculo, alejado de las buenas formas tan aburridas que se estilan cada vez más. Los idiotas son así y no podía ser de otra manera. Todo un lujo verlos en el país que los atrapa y no deja de sorprenderse de su desparpajo descarado.

 
 

Ultimo tema y salieron como escopetas del escenario, en busca de resuello y una cerveza de a medio litro. Toda una media hora de intensidad, temas encadenados, más sudor, emoción, diversión, energía y pasión por el punk-rock. Como pueden prepararla tan gorda dos tíos solos. Nadie echo de menos a un bajista. ¿Para qué?

 
 
 

Texto y Fotos: Hambrunas Kavan y Violeta Tábara.

 
.::más info sobre los idiotas::.
 
.::cronicas::. .::inicio::.