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milwaukee
salaNamasté
viernes 14/11/03
DIEGO
ALONSO ARÉVALO
Malos tiempos para la lírica. En la fina línea
que separa la intimidad del desamparo, apenas una docena de personas pudimos
asistir a un concierto que merecía una acogida mucho mayor. Un fracaso
económico (no artístico) que abre un grave interrogante sobre
la continuidad del ciclo de conciertos en Namasté.
¿Hora de entonar el mea culpa? A pesar de las buenas intenciones,
los primeros en contestar deberían ser los responsables de la sala,
que no han sido capaces de garantizar regularidad en el ciclo de conciertos.
Y eso, unido a la total falta de promoción de los conciertos por
parte de Namasté, se paga en términos
de público asistente. ¿Los conciertos se anulan porque no
hay gente que acuda a verlos? ¿O quizás la gente ya no acude
porque está cansada de que se anulen? ¿Acaso sabe que allí
se dan conciertos?
El dúo latiendaderegalostóxicosse
presentó en formato mínimo: guitarra acústica y eléctrica,
con ocasionales incursiones en el teclado
y alguna que otra base electrónica para los últimos temas.
Encima del escenario, los hermanos Chema y Salva desvelaron ante todo la calidad
de unas composiciones que resistieron admirablemente la desnudez instrumental
y el ominoso vacío de la sala. De la bossa
sideral de “Edipo en Marte” al pop preciosista de “Chicofobia”
(con ecos de La Habitación Roja), LTDRT
lograron dotar a sus canciones de matices inesperados, muy distintos a las
grabaciones de sus demos (disponibles de forma gratuita en http://latiendaderegalostoxicos.port5.com).
La voz de Chema (entre el susurro íntimo y el falsetto sublime) fue la exquisita guinda de
un concierto sorprendente y emocionante
La mala sonorización brindada a Milwaukee
fue a menudo un obstáculo para el óptimo disfrute de su propuesta.
La ausencia del bajo se hizo notar en la mayor parte del concierto, poniendo
en evidencia algunas disonancias entre las dos guitarras. El teclado por
su parte, con un volumen casi inaudible, tuvo un papel demasiado discreto.
Las canciones se movieron en su mayoría en un inequívoco registro sadcore/slowcore, con
algunos retazos de folk desesperanzado que
constituyeron los mejores momentos del concierto. En canciones como “Viernes
Santo” Milwaukee lograron transmitir, a
través de gloriosas repeticiones, la atmósfera y la intensidad
necesaria para elevar su música varios centímetros (aún
mejor: varias pulgadas) del suelo. Sin embargo, la ambiciosa versión
ralentizada de “In Circles”, de SunnyDay Real Estate,
dejó un sabor agridulce debido a la falta de confianza en una voz
que a lo largo de todo el concierto se mostró demasiado tímida
y hermética. Al final, el despliegue ruidista
de “Almax” demostró(a
pesar de no contar con excesivo volumen) el dominio de la banda sobre los
flujos de calma/tormenta trazados por Mogwai
y demás luminarias del post-rock más amenazante.