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Siempre
se han intentado dar explicaciones desde el punto de vista
psicológico de por qué se hace graffiti.
Numerosos han sido los intentos de sociólogos, psicólogos
y demás profesionales del sector del estudio del comportamiento
humano que han intentado dar explicación al fenómeno
en artículos periodísticos, reportajes, programas
de televisión y radio... Con un resultado en general
equivocado o en su defecto muy superficial. Oímos hablar
de inconformistas, inadaptados, antisociales, rebeldía
juvenil... Pero para estudiar y justificar su causa de producción
no podemos remitirnos a los eternos estereotipos, requiere
más compromiso, adentrarse hasta las entrañas
de un escritor, de un verdadero escritor y no intentar explicar
un comportamiento global de una comunidad con el estudio de
un par de chavalillos que probablemente no sepan por qué
pintan. Hay dos caminos para llegar al kid de la cuestión:
El primero es ser un escritor de graffiti o sentir como tal
y el segundo, estudiar el hecho desde varios puntos de vista
(Destacan los trabajos como el de Joan Garí “La
conversación mural” más centrado en las
pintadas en general moviéndose en el campo de la semiótica
y en la tesis del Doctor en historia del arte Fernando Figueroa).
Vamos a intentar explicar los orígenes de por qué
se hace graffiti en primer lugar desde un punto de vista científico
(intentando así objetivizar el asunto) y en segundo
lugar desde los diferentes puntos de vista de varios escritores,
porque al fin y al cabo estamos hablando de filosofía
del graffiti y cada persona tiene una postura, sus “porqués”
y su forma de ver las cosas. Antes de empezar reiterar que
no estamos tratando el fenómeno de las pintadas en
general (aunque a veces se haga mención a ellas) sino
de todo lo que conlleva una cultura como la del writing.
El principal objetivo, el que impulsa a los escritores a pintar
en las paredes, trenes o similares, es la necesidad común
a cualquier tipo de arte: La necesidad de expresar con la
suma de otra razón: La búsqueda de reconocimiento,
salir del anonimato, de la masa, dejar constancia en nuestro
paso por el planeta tierra (“dejar marca antes de estirar
la pata” que diría Kami, un escritor y mc). Pero
no se trata sólo de eso, hay algo más...
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Empecemos
de cero. Los niños y los monos comparten hasta cierta
edad (los tres años) una potencialidad artística
común. Ambos son capaces de dibujar “monigotes”
en un mismo estilo “naif”, predominando la elección
de los colores más vivos. Mientras que los humanos
no necesitamos motivación ajena, los monos necesitan
estímulos humanos para dibujar, y sólo lo harán
si les otorgamos las herramientas necesarias: papel y un instrumento
para pintar. Ellos nunca se expresarían plásticamente
de forma espontánea. Al mono no se le ocurriría
pintar fuera del papel, es decir, en la mesa o en la pared
de su jaula. El humano aprende rápidamente, reconoce
los colores y las hojas y sabe el procedimiento: Sabe que
esos instrumentos son para dibujar en esas hojas y sabe que
está mal si los utiliza fuera de esa superficie preestablecida
y obligada (el papel). Pero también conoce, en cuestión
de tiempo, el placer que le puede proporcionar desobedecer
esta norma, actuar de forma libre, esa capacidad de salir
de el marco preestablecido y convertir los signos en violencia
visual hacia el poder: Su padre o su maestro. En el graffiti
el símil sería dibujar con el aerosol en una
superficie no permitida convirtiendo esos signos en violencia
visual hacia el poder: La ley. Mirémoslo desde otro
punto de vista, el de la publicidad. Todos sabemos que la
publicidad emplea tabúes sociales como el sexo, la
violencia o la libertad para suscitar el deseo, el morbo,
el ansia de obtener lo prohibido, lo inalcanzable. Bien, si
ni la mismísima Eva pudo resistir la tentación
de morder la manzana... Ya lo dice la frase: “No
hay mayor placer que hacer lo que no puedes hacer”.
La libertad en contra del hombre, el hombre debe decidir.
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La función territorial dentro de las grandes ciudades
constituyen otra causa (la gran urbe contemporánea
que no se siente como propiedad sino como propietaria del
individuo). Los escritores en los inicios del writing en
Nueva York, escribían en ocasiones el nombre de gangs
(bandas callejeras violentas) para delimitar el territorio
de éstas, ganándose de paso la protección
de las mismas. Es el mismo acto (aunque con otros parámetros)
que el que muchos animales usan dejando su marca en un determinado
terreno para mostrarlo como suyo. Del mismo modo, muchos
escritores deciden especializarse en una zona o en una línea
de Metro que la consideran como suya.
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“El
graffiti y el Hip Hop en general es competición,
quien no asuma eso... No digo que me ilusione que sea así,
pero cuando estás metido es lo que te mantiene vivo.
El pique está ahí. Hay quien lo hace solo
por la emoción de pasar las misiones, son descargas
de adrenalina y a todo el mundo le atrae, pero no todo el
mundo se queda. Somos unos agonías, queremos tener
más. Hay que tomárselo con calma, hay mucho
por delante. Pique hay mucho, pero lo veo necesario”.
Así define Buda lo que para él es el espíritu
del graffiti. Quizás sea una de las características
más destacadas del graffiti: La competición.
Siempre surgen debates en torno al tema, puesto que hay
gente que se lo toma como algo más personal, más
artístico, como por ejemplo Ose: “Es algo que
hago para mí. Al principio lo hacía más
por el rollo de competición. No digo que vea mal
que se siga haciendo, pero yo me lo tomo ahora como algo
más personal”. El rollo de “a ver quién
pinta más”, “a ver quién lo hace
mejor”, “a ver quien pinta en el sitio más
alto”, etc. Este espíritu es precisamente el
que mantiene vivo el continuo proceso de creación
y desarrollo en todos sus aspectos, competir, ir a más,
mejorar... En definitiva, evolucionar."
Es cuestión de ser el primero, el número uno
y no es una actitud puramente narcisista, es la actitud
frente a la nueva educación de la competitividad
basada en la antigua educación de la ley de la selva
(los más fuertes sobreviven, y hoy en día
los más fuertes son los que tienen ejercitado el
mayor músculo del ser humano: El cerebro). Como la
vida misma, una lucha por un puesto. A pesar de esta dura
competición, suele haber unas “normas”
que no siempre se cumplen. La primera y más importante
es el respeto dentro de esa propia competencia, por ejemplo
el hecho de que la pieza de un escritor no pueda ser tapada
por otro sin su consentimiento previo (aunque esto depende
también de las ciudades, por ejemplo en Barcelona
hay una “política” muy permisiva al respecto,
un ciclo de renovación contínua de murales
mientras que en Madrid las paredes y/o zonas están
más repartidas por grupos). Otro ejemplo es el de
que un escritor no pueda utilizar el nombre de otro o no
puedan existir dos grupos con las mismas siglas, aunque
en la realidad ambos casos se den, dando lugar a veces incluso
a “guerras” donde unos se tachan a otros o incluso
a violencia física.
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¿Arte
o vandalismo? Esta cuestión es un círculo
vicioso. El graffiti... ¿Crea o destruye? Es cuestión
del punto de vista del que queramos verlo, es como el dilema
filosófico del vaso de agua por la mitad ¿está
medio lleno o medio vacío?
El graffiti siempre va acompañado de su condición
transgresora, extralimitada, destructiva, combativa... en
realidad es éste el caracter que constituye su esencia:
La ilegalidad. Bien podemos llamarlo vandalismo,
pero tampoco hay que ver más allá de donde
es. No es un problema tan grande y no es excusa para las
cantidades de dinero desorbitadas que se emplean en su erradicación.
Leandri afirmaba: “El graffiti es el grado cero de
violencia, el más pequeño vandalismo posible”.
Pretender aceptar el graffiti sin su esencia de ilegalidad
es no entender una de sus causas básicas de producción.
Nos encontramos pues ante un fenómeno simultáneo
de creación y destrucción. Como dijo Norman
Mailer: “Siempre hubo arte en un acto criminal”.
Por otro lado nos encontramos con el inevitable carácter
artístico de este fenómeno plásticamente
hablando, el hecho de la destreza, la técnica o el
estilo de un escritor es algo que puede tratarse desde un
punto de vista meramente pictórico, al margen de
ideologías o del lugar simbólico donde esté
realizado.
Esto nos lleva entonces a dividir el graffiti en dos partes:
Graffiti legal (arte) y graffiti
ilegal (vandalismo). Hay muchas y muy diferentes
opiniones al respecto. Esto a veces genera disputas o cuando
menos debates sobre como debe pintar un escritor: legal
o ilegalmente. Lo que está claro es que cada uno
tiene su forma de ver las cosas y sus razones que le hacen
decantarse por una o por otra (gozan de especial respeto
los escritores que practican ambas, es decir graffiti en
muros, en trenes, bombardeo...) En todas sus vertientes.
Tenemos muchos tipos de opiniones. Bando, por ejemplo, es
un viejo escritor parisino que defendía así
su postura frente a lo que para él era la belleza
del graffiti: “Tu preguntas a alguien- ¿te
gusta el cantar de los pájaros por la mañana,
piensas que es hermoso?- y la persona te contestará
probablemente: Sí. Y luego le preguntas -¿Y
los entiendes? Y esa persona te dirá: No. Entonces
tu le dices: No hace falta entender algo para considerarlo
bello”. Por otro lado estas son las afirmacines de
un actual escritor de trenes barcelonés: “Cuando
se fundó nuestro grupo era para destrozar, bombardear
y pintar trenes (...) Simplemente es jugársela por
pintar (...) Entre calidad y cantidad, yo pondría
destrozo (...) Si salimos hay que destrozar. Es entrar,
aunque esté mal y tengamos que correr (...) Muchas
veces hemos entrado y hemos dicho -venga, hasta donde nos
de tiempo-. Es que pintar trenes es ansia en sí.
Hay que destrozar (...) Es una guerra contra la RENFE, contra
el sistema y contra todo. Es que la gente esté sentada
en la estación por la mañana y flipe con el
tren”. A pesar de lo contrapuestas que puedan resultar
las opiniones las dos defienden la misma bandera: La del
graffiti. ¿Esto a que nos lleva?
A que depende del uso que se le de a las cosas sirven para
una finalidad u otra. Por ejemplo un arma, sirve para utilizarse
en legítima defensa o para cometer un crimen ilógico,
o como el mismísimo dinero, sirve tanto para hacer
obras de caridad como para efectuar negocios sucios. Son
solo ejemplos que manifiestan el uso que se le puede dar
a las cosas y que las cosas por sí mismas no son
malas. Efectivamente, un bote de spray no es un arma y un
escritor de graffiti no es ni un terrorista ni un drogadicto,
en contra de lo que muchos puedan pensar.
Hasta aquí hemos dado una explicación más
o menos científica con algunos testimonios personales.
A continuación veremos varias opiniones de muy diversos
escritores ante cuestiones comunes en las que mostrarán
opiniones personales ante el fenómeno:
¿Qué
prefieres, paredes o trenes?
-(Secret). Trenes. Es la adrenalina, el riesgo, es un sentimiento
muy difícil de explicar... Cada vez que pasa un tren
es algo que hay que mirar y punto. Es como cuando pasa una
tía buena y la miras el culo.
-(Suso33). Hay gente que me gusta mucho en chapas y gente
que me gusta mucho en muros, pero a pesar de haber uniones
bajo la bandera del aerosol, son estilos totalmente diferentes,
que no tienen que ver unos con otros, pero me gustan indistintamente.
-(Tala). No me gustan a mí las paredes, sólo
me gusta hacer pompas.
¿Consideras
al graffiti vandalismo?
-(El Tono). Claro que sí, si no, no es graffiti.
Hacer un graffiti es imponerse a los demás en la
vía pública con un proceso ilegal, es vandalismo.
Luego cada uno debe medirlo.
-(Terra). Arte no es solamente, por supuesto. O sea, va
implicado el vandalismo, si no, no sería graffiti.
Es que una cosa te lleva a la otra.
-(Soda). No me gusta la palabra vandalismo porque los que
van de vandálicos o de vándalos no lo suelen
ser. Prefiero decir que el graffiti es makarreo o camorra
italiana, pero sí, el graffiti es libertad, es lo
que quieras hacer.
-(Lama). Yo pienso que el graffiti es el lado más
artístico del vandalismo o el lado más vandálico
del arte, pero no me preocupa donde se encasille o como
quieran llamarlo, porque para mí es mi forma de vida
y no se puede etiquetar con otra palabra que no sea graffiti.
¿Qué opinas del graffiti en galerías?
-(Moze). Deja de ser verdadero graffiti, pero sigue siendo
la obra de un escritor de graffiti. El verdadero graffiti
está en la calle. Pero a quien le importa eso, me
encantaría ganarme la vida haciendo graffiti de galería.
-(Kaos). Es graffiti también, supongo que cuando
te vas haciendo mayor y quieres dejar de buscarte lios y
ganarte las lentejas pues acabas así.
-(Soda). Que cada uno haga lo que quiera, pero eso es arte
de galería a spray, no lo veo ni bien ni mal, si
hubiera más galerías de éstas el graffiti
se difundiría más.
-(El Tono). Para mí un graffiti no tiene nada que
hacer en una galería, ya no es un graffiti... Sin
embargo la evolución del trabajo de un grafitero
puede perfectamente ser expuesta en galerías, es
una evolución lógica, algunos acaban grafistas
otros artistas. Es el mejor sueño, vivir de sus pinturas.
¿Por
qué pintas?
-(El Tono). Pues me atraía la idea de la fama dentro
del anonimato. Es lo que mola, todo el mundo te conoce pero
nadie sabe quien eres.
-(Burnt). Solo se que tengo que pintar, bombardeo hasta
la bola, es una adicción, ver tus piezas: Muros,
chapas o lo que sea, que se lo come todo el mundo. A veces
me apetece pintar tranquilo y hago muros de relax que no
se comen, pero relajan.
-(Deos). Es parte de mi vida. Me relaja y me excita a la
vez... Tiene todos los ingredientes positivos de una composición:
Estimula tu cerebro, tu habilidad... Creatividad, tu capacidad
de superación de cara a los demás y a tí
mismo... Es una pasada.
-(Kaos). Por aquella época mis aficciones eran los
deportes y joder a la peña, hacer putadas... Desarrollando
esa actividad encontraba un gran placer. Yo ya había
visto por aquel entonces a peña pintando, pero no
me llamaba la atención. Hasta que un día cualquiera
mi colega Moze me llamó para bajar a hacer putadas
por el barrio. Reí y me lo pasé bien y desde
ese día no he dejado de hacer el cabrón con
el aerosol.
-(Ice). Pintaba simplemente por lo que se siente al estar
en un túnel de metro o en una cochera, no lo puedes
sentir en cualquier sitio, sentir la adrenalina que te sube
y todo, ver tu vagón rulando, ver lo que dice la
gente al verlo... Eso es muy bonito, no se puede explicar,
pero para mí es arte y se nace con ello dentro.
-(Bleck”La Rata”). Lo que verdaderamente me
atraía era la idea del anonimato, firmar por todas
partes y que nadie en absoluto supiera que yo era el que
hacía esas pintadas (...) Era emocionante para un
crío de quince años el tener una suerte de
alter ego, que pintaba, que la gente reconocía y
que daba que hablar. Pero no creo que nadie que ha empuñado
un bote de pintura te pueda contestar facilmente a esta
pregunta, son demasiadas cosas, todas muy pequeñas
y que pertenecen al universo personal de cada uno. Podría
ser porque amaba el sonido de la pintura al salir por el
pitorro, salir por las noches, saber que todo el mundo duerme
y tu estás despierto. También por la planificación
de las zonas a donde irías, quizás por ser
diferente, quizás por buscar una forma de escapar
del sistema, por ser más original que nadie, por
expresar algo que llevaba años frustrado en mi interior,
por plantar cara a la ley y saltarme las normas (...) Todas
estas respuestas son válidas, aun así no bastarían
para delimitar algo tan indelimitable como salir con un
spray y pintar ¿no? -(Tala). Por diversión...
y aparte me gusta el riesgo.
-(Sha). Pinto porque me gusta, me gusta el riesgo, salir
fuera,conocer gente... Todo lo que rodea al graffiti en
general. También me mola hacer paredes de vez en
cuando.
-(Kapi). Yo empecé en Enero de 1986 a raíz
de un regalo que me hicieron. Era un libro y se llamaba
"Subway Art". En ese año no había
escritores como para sentirse influído. Me influyó
el libro, y la pasión por el Hip Hop que teníamos
mi amigo Koa y yo.
¿Qué tratas de decir con tus pintadas?
-(Soda). Me gusta poner con las pintadas mensajes con sentido
y directos a quien los lee, no sé dónde he
leído que el graffiti es la voz de los que no tienen
voz; yo creo que por eso pinto, porque es de la única
manera que alguien que ni siquiera sabe que existes se dé
cuenta de que sí que existes y aunque no tengas ningún
tipo de poder te expresas como los más poderosos.
Me encanta hacer cosas que se supone que no se pueden hacer
y vas tú y las haces, tengo muchas cosas en mente
que comunicar, pinto en plan de venganza interna hacia multitud
de injusticias, no sé... una especie de loco que
emplea tiempo en una guerra perdida.
-(El Tono). Intento comunicarme con la gente, y aportar
algo al peatón que anda en frente de mis pintadas.
Los tags y las piezas son un modo de comunicacion muy cerrado,
sólo lo entiende el que está iniciado, la
mayoría de la gente o no ven las pintadas o se cagan
en ellas. No quiero pintar cosas que molesten a la gente,
quiero sacar lo máximo de los recursos de la calle,
machacarla no me interesa, se satura y bloquea la comunicacion...
Frente a esa saturacion, elijo lugares limpios y abandonados,
sin firmas, donde mi logo pueda "respirar" y así
poder ser captado mejor por los ojos. Quiero que el peaton
se pregunte, no son letras, no está firmado. Se pregunta
una vez, vuelve a ver el logo y se pregunta otra vez y poco
a poco quiero engancharlo... También quiero educar
el ojo y enseñar a la gente a observar su entorno
y los que lo utilizan para comunicarse. En mis pinturas,
cuenta todo el entorno el juego es un poco darle un nuevo
"tono" a un viejo local abandonado y invisible
a los ojos de todos...
-(Kaos). Intento producir úlceras en los estómagos
de la peña (esta frase la he tomado prestada de mi
brother Soda DMC Rock), ya sean ajenos o no al graffiti.
Últimamente estoy intentando localizar a un médico
del estómago para cobrarle comisión por llevarle
tantos clientes.
Estas son algunas de las innumerables opiniones acerca de
distintas cuestiones sobre el graffiti. Incluso dentro de
la propia filosofía de la cultura se ven posiciones
muy distintas. Incluso han llegado a crearse frases de carácter
popular con las que se identifican todavía muchos
escritores, algunas tan antiguas como “Just writing
my name” (Sólo escribo mi nombre), “I
just can’t stop!” (¡No puedo parar!),
la mítica “If art like this is a crime, let
god forgive me” (Si el arte es un crimen que dios
me perdone). Hoy en día los escritores siguen dejando
frases que exteriorizan sus pensamientos, algunas por ejemplo:
“Vándalos y orgullosos”, “No hay
tregua”, “Nunca nos podréis parar”,
“La venganza continúa”, “Toma pintada,
cabrón”, “Instruidos en las más
altas disciplinas”, y un largo etcétera.
La
mayoría de los escritores son artistas de gran integridad
que no están en ello por dinero, razón por
la que muchos de ellos se niegan a la explotación
comercial de su trabajo. El ejemplo quizás más
sonado fue el de Muelle, quien su soberbia le permitió
el lujo de (tras haber registrado su nombre) rechazar la
millonaria oferta de una fábrica de colchones a cambio
de su logo. Otros en cambio aprovechan su talento para ganarse
la vida decorando locales estilo graffiti o incluso cobrando
por pintar su nombre con plena libertad (muy extendido esto
en América y Europa).
Por
último señalar el carácter
efímero del graffiti ya que las piezas tienen
una vida limitada (lo que tarda alguien en borrarlas o el
deterioro de la pintura). Este carácter temporal
es el que lleva a los escritores a perpetuarlo por medio
de fotografías (todo escritor que se tercie dispone
de un álbum personal con sus fotos archivadas y un
“black book” con sus bocetos), lo que ha permitido,
con el tiempo, la proliferación de revistas monotemáticas
tanto impresas como digitales (Internet).
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